EL HOTEL
En TORRE DE VILLADEMOROS creemos haber logrado una armoniosa convivencia entre la arquitectura tradicional y la exigencia de comodidad, sin merma de lo singular, que demanda el viajero actual. Nuestra propuesta hostelera se basa en que el visitante se sienta en este lugar como en casa.
ZONAS COMUNES
El Hotel cuenta con un amplio y luminoso salón en el que poder relajarse, por ejemplo leyendo un libro de las múltiples referencias que se encuentran en nuestra biblioteca. Dispone también de un espacioso comedor donde disfrutar de nuestros desayunos caseros o de una cena elaborada con productos locales. O bien, puede escuchar la naturaleza y relajarse en el porche abierto al campo.
Los espacios comunes del HOTEL TORRE DE VILLADEMOROS se han concebido para transmitir una sensación cálida y muy cercana de manera que el visitante se sienta como en casa.
La Torre de Villademoros, uno de los más bellos ejemplos de la arquitectura señorial de carácter militar de la Baja Edad Media Asturiana, es citada por diversos autores como solar de un Caballero llamado Pelayo (o Pelagio), cabeza de linaje de los Valthos o Valdés, contemporáneo del Rey Don Pelayo, primer monarca de la dinastía asturiana. Según tradición recogida por los historiadores, este Caballero juntó cuatrocientos hombres de los campos de Luarca y fue en ayuda del Rey. En Cornellana se encontró con tres mil moros que huían hacia Galicia, a los que pasaron a cuchillo, por lo cual «le honró mucho el Rey y le trajo siempre en su servicio«.
De ser cierta la anécdota (al margen de la probable exageración en el número de acuchillados), la primera referencia a la torre de Villademoros se remonta al siglo IX. y, para algunos historiadores, aún es posible suponer que la misma haya sido «obra defensiva y vigilante romana y que los reyes asturianos la consolidaron y reutilizaron en la defensa de su reino y que a ésta de Villademoros la atacaron y destruyeron los Normandos en el reinado de D. Ramiro…. y que fue reconstruida efectivamente en el siglo X y enriquecida y engalanada a través del siglo XIII y del XIV y quizá del XV«. Esta suposición podría verse avalada por la aparición, no hace muchos años, de un sello romano y monedas en las inmediaciones de la torre.
Otra tradición relativa a los avatares de la Torre de Villademoros, refiere que el Caballero Diego Peláez , nieto del anterior, que poseía este solar y casa en tiempos del intruso Rey Mauregato, fue fiel a los legítimos Reyes de Asturias, pasando a Galicia al servicio del Rey Casto. Mauregato le despojó de la torre y solar. Vuelto de Galicia Diego Peláez «halló su casa enajenada y habitada por moros con algunas doncellas que recogían por aquél país y retó al capitán a cuyo cargo estaban, el que salió a pelear con él y le temió y se dio por vencido teniendo noticias de su valor y le entregó la Torre y doncellas y se dió por prisionero«. Esta tradición está plasmada en el escudo que se conserva en la fachada Este de la casa anexa a la torre, cuya descripción se transcribe:
«…Dicen estas memorias de los Caballeros de cuya Casa y apellido pintan por Armas en Campo Verde la Torre en la conformidad que se ha dicho y el caballero armado al uso antiguo con un venablo en la mano diestra y en la siniestra una Cruz Roja orlada de resplandores y está puesto de pies en la puerta de la Torre y un Moro preso al nogal y el epitafio siguiente las cuales van en el segundo cuartel del escudo que va por cabeza de esta certificación y de por sí al principio del apellido«.
JARDÍN
El jardín rodea la casa, y en sus 9.000 metros cuadrados se alternan los árboles de distintas especies (robles, castaños, tilos, cerezos, fresnos, arces, liquidámbar, etc.) con plantas que florecen durante las distintas épocas del año (espinos, agapantos, camelias, hortensias, lirios, lavanda, etc.) y zonas de pradera recortada con islas de pradera manejada a la manera de los prados de siega de la zona y en las que se puede apreciar las flores y espigas de las distintas especies herbáceas. Hacia el norte, tras la torre, la finca limita con campos de siega y sembrados que se prolongan hasta el mar.